lunes, 3 de noviembre de 2008

La expedición del Dr. Michaels


La expedición llevaba ya 5 semanas en la Antártida, los suministros de comida amenazaban con terminarse y pronto se verían en la necesidad de regresar a la base, aún así, el Dr. Michaels líder y responsable de la expedición “Beta 1” insistía a sus elementos que prosiguieran con la marcha.

- ¡Vamos!, ¡no se desanimen!, según los reportes y cálculos debemos estar cerca del monte K-43. Decía el Dr. Michaels mientras hojeaba el reporte de la expedición “Alfa 4” bajo el mando del Dr. Brown.

Según el reporte elaborado por el Dr. Brown y su expedición informaba que partiendo del Monte T-21 y con dirección hacia el Sureste después de atravesar 350 kilómetros aproximadamente se encontraba el Monte K-43.

Según el reporte con fecha de 8 meses atrás, el Dr. Brown y los miembros de su expedición fueron los primeros en descubrir el Monte K-43. Aquella expedición del Dr. Brown se atrevió a ingresar por una abertura que se encontraba en la base del Monte K-43, después de 2 días completos de expedición en las profundidades del monte reportaron el avistamiento de un conjunto de materiales o rocas que desprendían una gran cantidad de luz roja, en su intento por llegar a aquel lugar se vieron interrumpidos por el desprendimiento de unas placas de hielo encontradas sobre sus cabezas lo cual provoco la retirada inmediata de la expedición así como la muerte de 2 integrantes de dicha expedición.

Después de regresar el Dr. Brown rechazo volver intentar acudir al Monte K-43 alegando que sería imposible ingresar de nuevo a las profundidades del monte así que decidió retirarse del proyecto.

Prestigiosos doctores de todo el mundo analizaron el reporte del Dr. Brown pero ni uno fue capaz de aventurarse siquiera a plantearse la posibilidad de emprender otra expedición al Monte K-43 ya que el reporte estaba plagado de detalles de la expedición y era muy fácil observar que las condiciones climatológicas así como las dimensiones e irregularidades del terreno circundante del Monte K-43 eran prácticamente el asesinar de cualquier sentimiento de exploración que pudiera tener cualquier ser humano, ya que aventurarse a regresar al Monte K-43 solamente podría garantizar una perdida de tiempo, recursos monetarios, y tal vez la misma vida.

- Basta ya Dr. Michaels, exclamaba el Dr. Adams, es tiempo de hablar.

Y así se reunieron en circulo el Dr. Michaels, el Dr. Adams, el Dr. Crowley y el Dr. Wood y comenzaron a charlar.

- Según el reporte hace 47 Kilómetros que debíamos haber llegado al Monte K-43. decía el Dr. Adams

- Creo que deberíamos seriamente considerar regresar a la base Dr. Michaels. añadió el Dr. Wood.

- El Dr. Michaels mojo sus labios con su lengua preparándose como para decir un discurso motivador y único, tal vez el mejor jamás dicho en la Antártida, pero el solo fue capaz de decir: “Sigamos adelante, tengo la corazonada que estamos cerca, estamos cerca de un descubrimiento realmente importante, quizás histórico”.

- La verdad es que lo hemos meditado muy seriamente Dr. Michaels y tanto el Dr. Crowley, como el Dr. Wood y yo consideramos que a partir de este momento damos por terminada la expedición hacia el Monte K-43, nuestras reservas de alimentos así como de agua son muy limitadas y no creemos conveniente seguir arriesgando nuestra vida.

El Dr. Michaels miro fijamente al Dr. Adams a sus ojos justo después de terminar sus palabras, medito un poco, y se dio cuenta que las palabras del Dr. Adams eran ciertas, muy probablemente habían perdido la ubicación en algún lugar de la tormenta de nieve y muy probablemente proseguir con la expedición significaría un boleto directo y sin escalas a la muerte.

Agarro fuerzas que provenían de su orgullo y dijo: “Si quieren abandonar la expedición háganlo, no me importa, estoy decidido a proseguir con la expedición, y si ustedes no quieren seguir no me importa, por que entonces lo haré solo, estoy decidido a lograrlo”.

Los tres Doctores se miraron a los ojos mutuamente, tomaron sus mochilas y sus suministros y se marcharon sin decir absolutamente nada.

El Dr. Michael prosiguió su marcha hacia el Sureste con la esperanza de llegar al Monte K-43.

Viviendo la tortura de las tormentas de nieve, el frió, la sed y el hambre, el Dr. Michaels siguió su marcha por muchas horas, tal vez días, el ya no lo sabía dado que la tortura que recibía su cuerpo era demasiada como para estar consciente del tiempo que había transcurrido desde el momento que se separo de la expedición, estuvo a punto de rendirse, paso por su mente la idea de acostarse en el suelo y dejar que la helada mano del destino de la Antártida hiciera el resto, pero cuando estaba preparado para aflojar las rodillas y dejarse caer, pudo admirarlo, grande y magistral, blanco y congelado, silencioso y soberbio, estaba ahí, el Monte K-43.

Una inyección de motivación se clavo en la medula espinal del Dr. Michaesl y emprendió la marcha, y corriendo con todas sus fuerzas se adentro a las negras profundidades del gran hoyo ubicado en la base del Monte K-43.

Después de 6 horas caminando en la oscuridad dentro del monte, solamente ayudándose por una linterna que apenas si alumbraba llego un momento en que antes de dar el siguiente paso ya no sentía el piso, se detuvo y pudo sentir, como bajo sus pies se encontraba un gran precipicio, millones de pensamientos cruzaron por su mente, pero el sabía que era demasiado tarde para regresar, así que se decidió y salto.

Mientras su cuerpo caía a toda velocidad en la oscuridad del precipicio, el aire rozaba su cara a una velocidad tan inmensa que sentía como se le empezaba a desvanecer el alma. Antes de chocar contra el suelo, pudo escuchar por primera vez el eco que provoca el tronar de los huesos.

Tendido en el suelo, pudo sentir en sus ojos cerrados un resplandor similar como el que se siente cuando uno mira directamente al sol con los ojos cerrados, un resplandor rojizo que no dejaba descansar a sus ojos, aún y cuando sus párpados estaban cerrados.

Abrió los ojos y puedo ver en el fondo una luz rojiza, sabía que estaba cerca de conseguirlo, trato con todas sus fuerzas levantarse pero apenas si lo consiguió al cuarto intento, se pesco de una pared de rocas, y con una pierna totalmente rota, y la otra gravemente dañada se aventuro a seguir su marcha, en la otra mano llevaba una linterna para alumbrar sus pisadas.

Poco a poco la luz rojiza se iba incrementando, y su respiración aumentaba en cada paso que daba, esto era provocado por la emoción que le provocaba sentirse tan cerca de algo importante, y no por el dolor de sus piernas destrozadas, mientras caminaba lagrimas de dolor dejaban rastros de sus huellas.

50 metros para llegar a la luz rojiza y contando...

La luz aumentaba de tamaño e intensidad, la respiración era cada vez más difícil.

39 metros para llegar a la luz rojiza y contando...

Los talones dejaban de responder, el dolor se incrementaba.

24 metros para llegar a la luz rojiza y contando...

“No hay dolor, no hay dolor”. Repetía para sí mismo el Dr. Michaels

13 Metros para llegar a la luz rojiza y contando...

La luz rojiza se veía tan tentadora, tan alcanzable, el Dr. Michaels se imaginaba tocándola con las yemas de sus dedos.

5 Metros para llegar a la luz rojiza y contando...

Se podían observar una pared de rocas rojizas las cuales emanaban una luz impresionantemente hermosa, y al centro de la pared se encontraba una luz rojiza inmensa, seductora, el Dr. Michael quedo perplejo al verla, parecía como si estuviera viendo el nacer de un nuevo sol.

Tanta fue la impresión que su puño derecho se abrió, la linterna cayo lentamente, como si fuera presa de la gravedad lunar, y el sonido estallo, un pequeño golpecito fue suficiente para crear un eco inmenso, el acto fue instantáneo, en un segundo el Dr. Michaels se encontraba atrapado en la nieve.

La nieve presionaba todo su cuerpo, y antes de que el peso de la nieve terminara con su existencia, reunió todas sus fuerzas con sus brazos y empezó a cavar hacia la luz rojiza, cada movimiento de su brazo era el equivalente a dos mil cuchillas heladas clavándose en lo mas profundo de sus brazos.

Ni siquiera el Monte K-43 podría decirnos cuanto tiempo estuvo el Dr. Michaels cavando con sus brazos, lo que si es seguro es que el excavo hasta sus ultimas fuerzas, en sus últimos movimientos pudo percibir como el potente resplandor rojizo atravesaba las capas de hielo hasta acariciar sus mejillas. Sus dedos se aferraron a una piedra y pudo sentir como su corazón palpitó por ultima vez con la misma intensidad con la que lo hacia aquella luz rojiza...


3 años después en una pequeña cafetería ubicada en el pequeño pueblo de Rhayader el Sr. Robinson tomaba un sorbo de café caliente mientras tomaba el periódico, en primera plana se encontraba la siguiente nota:


Descubrimiento del Šviesa-Raudonas

“A poco más de 3 años de que el reconocido Dr. Robert Michaels emprendió su viaje al Monte K-43 por fin científicos británicos pudieron encontrar el cuerpo del Dr. Michaels, después de 2 largos años de trabajo con maquinaria especializada de excavación, y hacer arduas investigaciones a pesar de los contratiempos y las dificultades de las condiciones geográficas y atmosféricas se pudo acceder a la parte más profunda del Monte K-43, en donde sorprendentemente se encontró el cuerpo congelado del Dr. Michaels aferrado a una gran piedra roja, aquella piedra de dimensiones del tamaño de una sandía fue examinada por laboratorios británicos para llegar a comprender la naturaleza de dicha piedra.”

Después de 4 meses de investigación el Dr. Bradbury expuso sobre dicha piedra: “La piedra extraída del Monte K-43 es un tipo de piedra único, de hecho, esta no es una piedra, es una gema preciosa, tiene la peculiaridad de que emana una luz rojiza muy intensa la cual es todo un espectáculo de admirar, fácilmente por si sola podría alumbrar un recamara entera, dicha gema ha sido nombrada como: Šviesa-Raudonas y será considerada la gema más preciosa del planeta dada a sus características naturales, este es un momento histórico para la Gemología, tal vez el evento más histórico del siglo, la Šviesa-Raudonas será expuesta en el museo de...

El Sr. Robinson giro la pagina para buscar el crucigrama que llenaba todos los sabados, talvez el no comprendió el momento histórico de la gema Šviesa-Raudonas ni lo mucho que sacrifico el Dr. Michaels para llegar a alcanzar la gema rojiza, pero afortunadamente hubo algunos cuantos que comprendieron el gran acontecimiento histórico que genero la expedición del Dr. Michaels.

En las profundidades del Monte K-43 aun yace el espíritu del Dr. Michaels, el cual vibra de orgullo por haber alcanzado aquella gema rojiza, y su orgullo vibra aún con más intensidad cuando recuerda lo mucho que sacrifico para conseguirlo, por que el lo consiguió, pudo dejarle una gema a la humanidad, y esa gema a la humanidad no es la Šviesa-Raudonas, es una gema todavía mucho más valiosa para él, es el hecho de haber escrito historia y haber dejado una huella que nunca podrá ser borrada, por que son tan pocos los que son capaces de conseguirlo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Yo quería ser pirata



Cuando yo era niño, yo quería ser Pirata, y fue entonces en aquella noche de brujas de 1992 cuando pude por fin disfrazarme como pirata gracias al disfraz que me hizo mi madre.

Salimos a la calle a pedir dulces, iba acompañado de un pequeño diablillo, el cual pasaba los días haciendo travesuras, divirtiéndose con sus juegos y esparciendo su felicidad con risas, después a su lado, estaba yo, como un grandioso pirata que pasaba el tiempo soñando en tomar rumbo por el mar del caribe en un barco enorme con un tripulación inmensa de piratas dispuesto a navegar hasta encontrar otros barcos piratas y atacarlos a cañonazos, y subir por la borda y con espadas y mosquetes pelear a muerte con ellos, hasta quedarnos con sus tesoros, para después quedarnos con una parte y la otra enterrarla, así como visitar los puertos para malgastar nuestros tesoros manchados de sangre en bebidas y mujeres, (bueno no, eso de las mujeres no lo pensaba de niño, sino hasta la pubertad) y como una vida imaginaria perfecta yo quería ser pirata.

Y caminando por las calles oscuras de aquella noche de brujas, un montón de niños como yo caminaban también con el sueño de ser lo que su imaginación los dejaba ser. Podía verse a una niña vestida como esqueleto y como ella se imaginaba paseando por los cementerios asustando a la gente, también estaba un Drácula que imaginaba sus días paseando por las calles de noche y mordiendo en el cuello a cu
anta persona se encontraba, había también una pequeña brujita que pasaba horas imaginando como convertiría a sus odiosos hermanos en sapos, otro niño disfrazado de fantasma no paraba de carcajearse imaginando como entraría al cuarto de sus padres para darles el susto de su vida, otro niño caminando de manera chistosa disfrazado de Frankenstein se pasaba las semanas practicando su caminar torpe y lento tan caracterizado de este monstruo, otra niña que era una Momia se imaginaba como se dedicaría el resto de su vida a descansar dentro de las pirámides del Cairo y como asustaría a aquellos avariciosos arqueólogos. Y nunca faltaba la odiosa Princesita que apenas salía a la calle por que no quería ensuciarse su vestidito ya que no imaginaria regresar sucia y empolvada a su castillo imaginario.

Y entre caminatas, gritos y risas, juegos y disfraces, comiendo dos o tres chocolates y unos chicles azucarados que guardaban en unas canastillas en forma de calabaza de halloween que brillaban gracias a su color artificialmente anaranajado, aquellos niños en noche de brujas no comprendían de lo que realmente se trata la vida, sus pequeñas mentes se encontraban atrapadas en sus personajes, y se pasaban los días pensando que realmente podrían convertirse en lo que se disfrazaron.

Pasaron los años, y me di cuenta que yo no podía ser pirata, que la vida es de responsabilidades y compr
omisos, que la escuela nos forja y que algún día terminaremos con un titulo profesional, y estaremos plenamente comprometidos al trabajo, por que así es esto, hay que trabajar duro si queremos seguir día a día.

Y llegara el día en que yo, como aquellos niños, nos levantaremos cada mañana y abriremos nuestros armarios, y pieza a pieza tomaremos nuestro disfraz: 1 par de zapatos negros bien boleados, un pantalón de vestir negro, una camisa lisa bien planchada, un saco negro con rayas blancas muy delgadas, ¿corbata roja? O tal vez azul marino.

Pensémoslo bien, y tratemos que en unos cuantos años, cuando nos disfracemos para ganarnos la vida, lo hagamos con la misma emoción con la que nos disfrazábamos en noche de brujas, que sea con la misma seguridad, que el disfraz que nos pongamos sea el que realmente nos queremos poner, sin importar que tan ridículo, irreal, mal pagado o poco común lo sea.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Carta a Octubre


Querido Octubre:

Otra vez estas a punto de marcharte, con esa rapidez que te caracteriza, viniste a mi vida de nuevo, como lo haces cada año y en un abrir y cerrar de ojos estas a punto de emprender tu viaje, ¿sabes?, me puse a pensar y comencé a recordar las ultimas veces que pasamos juntos.

¿Recuerdas cómo contigo los ciclos se cerraban?, yo sí, aun recuerdo que contigo los tiempos y las decisiones eran tan difíciles, recuerdo también que contigo las esperanzas se marchitaban al igual que las flores en pleno otoño.

¿Recuerdas cómo nos poníamos a pensar sobre lo que era el amor y su significado?, yo sí, y que después de mucho pensar y pensar, llegábamos a la conclusión de que no había conclusión y que el amor seguiría siendo uno de los aspectos más incomprensibles de la vida y que si se llegase a comprender no sería contigo.

¿Recuerdas cómo hacíamos memoria tratando de adivinar que fue lo que hice mal?, yo sí, y me acuerdo muy bien que nunca supiste decirme que era lo que yo hacia mal, porque tal vez nos pasábamos toda la tarde haciendo la pregunta incorrecta.

¿Recuerdas cómo pasábamos todo la noche escuchando “October Nights” y que nunca nos hartábamos?, yo sí, tal vez, ese era nuestro único distractor para no pensar las cosas tan duramente.

Antes de que te vayas, quiero agradecerte, por que en esta ocasión no nos pusimos a reflexionar sobre la vida ni sus significados, tampoco nos pusimos a meditar que fue lo que hicimos mal, mucho menos malgastamos horas escuchando october nights y por irónico que suene, cuanto menos preguntamos, más se nos respondio.

Me alegra que en esta ocasión no cerramos ciclos ni puertas, no desechamos esperanzas ni asesinamos sentimientos, fuimos participes de las mismísimas, extrañas, momentáneas, aleatorias e inverosímiles circunstancias de la vida las cuales nos dirigieron a una surrealista nebulosa llena de dicha, felicidad y amor.

Cuídate mucho Octubre y recuerda que este año te marchas de nuevo, como cada año, pero en esta ocasión con muchas más respuestas que preguntas, y que muchas de nuestras dudas y nuestros miedos han muerto y que nunca, pero nunca, volverán a perseguirte ni atormentarte, estate tranquilo que yo ya lo estoy.

Sinceramente

Miguel Araiza.

P.D. Y recuerda que de ahora en adelante nuestros encuentros serán muy diferentes.