La noche anterior fui al parque de mi casa, ese parque que esta dos cuadras hacia arriba, un parque que es muy especial para mí, un parque donde aún se pueden sentir viejos recuerdos, amistades que se formaron, tardes que se consumieron bajo el sol y con un balón de futbol, bromas que nos causaron mucha risa y que ahora apenas si recordamos, historias de viejos amores que pasaron a la historia, problemas familiares, y pilares de sueños que se estaban formando, son algunas de las cosas, que si se presta mucha atención, aun se alcanzan a sentir en esa atmosfera.
Me senté en una de las bancas verdes a lado de la pequeña cancha de futbol, y me quede observándola, cuando de pronto llego un joven muy delgado con un balón de futbol, hasta ese momento me di cuenta que otra vez había porterias de futbol, las ultimas las quitaron hace como dos años o tres, el muchacho puso el balón en el piso y empezó a tirar a la portería, algunos balones iban a gol pero otros muchos iban bastante desviados y el joven recogía el balón y seguía intentando, yo lo observaba, pero después de un rato deje de prestarle atención.
De pronto y sin darme cuenta, el joven se sentó a mi lado, volteé a verlo y se estaba abrochando las agujetas de sus tenis, tenía unos tenis rojos con una gran paloma nike blanca, unos shorts cafés y una camisa roja de la selección de futbol de Portugal, su cabello era ondulado y algo esponjado, tendría unos 15 o 16 años, y solo se me quedo viendo, después de un silencio el me dijo:
- ¿Y cómo va todo?
- Disculpa, ¿te conozco? Le respondí
- Claro que me conoces, ¿cómo va todo? Parecía insistir mucho en la pregunta
- No, la verdad no sé quién eres. No pensaba responderle esa pregunta a ese completo desconocido.
- ¿Cómo que no sabes quién soy yo? Me pregunto en tono algo molesto.
Lo mire fijamente a los ojos, tenía una mirada extraña, diferente, casi pude sentir que había mucho dolor e impotencia ahí adentro.
- Ni siquiera te estoy pidiendo detalles, ni que me cuentes que ha pasado, solo dime ¿cómo va todo?, ¿cómo va tu vida? Sonaba desesperado. El joven miro la hora, parecía que tenía que irse, entonces decidí responderle.
- Las cosas son difíciles, como acostumbran a serlo, pero a pesar de todo, estoy bien, estoy tranquilo, he sabido sobreponerme a la adversidad ya que tengo motivos por los cuales sentirme especial, sentirme querido, y sobre todo sentirme feliz.
El joven escuchaba y miraba con atención, de una manera sorprendente, jamás había visto a alguien poner tanta atención a mis palabras, y escucharlas con tanto detalle, dentro de su mente repetía palabra por palabra lo que yo le decía, como para no olvidarlas
Me regalo una sonrisa, una sonrisa gigante, inmensamente bella, podría jurar, que hacía ya tanto tiempo que él no sonreía, agarro su balón y se marcho. Caminaba cuadras hacia abajo, yo lo miraba, y aún podía sentir su alegría, vi como su mano pasó por su rostro, tal vez se limpio un par de lágrimas, lágrimas de felicidad.
Mientras la silueta del joven se hacía más y más pequeña, instantáneamente, como un rayo de luz que atraviesa la ventana, adivine quien era ese joven, y antes de mencionar su nombre recordé aquel día hace varios años en que me dije, desearía viajar al futuro y encontrarme conmigo mismo en el justo momento en que a pesar de todo me encuentre bien, en el momento que sea feliz.
Entonces me alegre por él, su nombre era... Miguel.