domingo, 11 de enero de 2009

La Gran Tormenta

Marco tiene una pequeña embarcación, con ella suele navegar los mares en busca de nuevos puertos, y de aventura. Cuando llega a nuevos puertos suele intercambiar todo tipo de artefactos y cosas, además de dedicarse a la pesca, surcar los mares es su pasión, y lo hace todos los días.

Hace 4 meses que hace un tiempo terrible en la isla, navegar se ha vuelto una verdadera odisea, muchos marineros han perdido sus embarcaciones debido al mal tiempo y a las tormentas, aún así, Marco sigue navegando todo el tiempo.

En muchas ocasiones tuvo la fortuna de sobrevivir a inmensas tormentas, a veces navegaba solo, y a veces acompañado de dos viejos lobos de mar, aún así, su destreza para navegar eran tan formidable que le había admitido la posibilidad de sobrevivir a múltiples tormentas.

Aún así, en el último mes, el mal tiempo no tenía comparación con el que había sucedido tiempo atrás, una nueva tormenta había llegado a la isla, poderosa, arrolladora, definitivamente invencible, algunos marineros creían que con esta tormenta, sería el fin de los tiempos.

Muchas embarcaciones pesqueras habían sido destruidas por la “gran tormenta”, embarcaciones de otros puertos dejaron de ir a la isla ya que esto era imposible, navegar se había convertido en un viaje al infierno. Y por lo tanto, el pequeño pueblo de tan diminuta isla comenzó a sufrir de una escasez muy considerable de alimento, la gente se encontraba bastante preocupada y desesperada.

Marco era un hombre muy conocido y apreciado en la isla, dado a que era el mejor pescador de la isla, pero incluso él, sufrió las consecuencias de la “gran tormenta”, debido a que salir a pescar en esas condiciones le era prácticamente imposible, era muy seguro que si se adentraba al mar abierto su embarcación sería destruida.

Aquella noche, la taberna “El Calamar Azul” se encontraba a reventar, Marco estaba tomando un gigantesco tarro de cerveza, cuando un amigo se sentó a su lado, y le dijo:

- Oye Marco, tu en serio que estas loco, he oído que esta noche piensas ir mar abierto, ¿qué acaso no ves la “gran tormenta”?. Lo único que conseguirás es una muerte segura y terrible.

- De lo único que estoy seguro es que navegar es lo mío, es mi pasión, y si algún día he de morir, que mejor que sea con mi bote y con mi mar. Contestó Marco.

Marco dio un enorme trago a su tarro, lo dejo sobre a la mesa con un fuerte golpe y se marcho, se fue directamente al puerto, apenas si se podía ver, había una lluvia inmensa, además de neblina, su barco era de los pocos que seguían en el puerto, lo encontró, zarpó, y se dirigió a mar abierto, al corazón de la tormenta.

Mientras recorría el mar, y cada vez se acercaba más y más a mar abierto y a la tormenta, se atrevió a mirar a la tormenta a los ojos, el la retaba, sabia que podía vencerla y llegar muy lejos y después regresar a la isla victorioso.

Marco y su barco estuvieron luchando contra la tormenta por 15 días, había sido una tarea muy difícil, en condiciones normales navegar con su barco completamente solo significaba una tarea difícil y cansada, en estas condiciones lo era aun más, dormir y descansar era un lujo que no se podía dar, la tormenta era poderosa, arrolladora, y sí, después de mucho luchar, la tormenta pudo hundir y destruir al barco, y Marco quedo a la deriva, entre los brazos de la tormenta, Marco había perdido.

Varios años después, la taberna “El Calamar Azul” se encontraba a reventar como solía hacerlo, el cantinero servía una botella de ron, cuando de pronto un hombre entro por la puerta, se sentó en una mesa, y le arrebato el ron a uno de esos viejos marineros, y se lo tomo de un sorbo, cuando el marinero estuvo a punto de acertarle un golpe en la quijada, lo reconoció de inmediato, era Marco, soltó una carcajada y lo abrazo, en ese momento, todos los reconocieron, se pararon de sus asientos y fueron a saludarlo, alguien invito una ronda de cerveza y brindaron por Marco.

Marco se sentó y todos los demás estaban alrededor de él, escuchando con atención, Marco comenzó a narrar lo que paso desde el momento en que zarpo de la isla, relato lo muy difícil que fue luchar contra la tormenta y como esta destruyo su barco, explico como estuvo naufragando en mar abierto abrazado de un pedazo de madera, la suerte que tuvo al llegar por azares del destino a una isla y haber sobrevivido ahí completamente solo, y lo complicado que fue subsistir en dicha isla dado que hasta donde pudo explorar se encontraba totalmente deshabitada, después un golpe de suerte le permitió ser rescatado por un barc
o pesquero, tuvo la oportunidad de explorar zonas del Caribe que nunca había conocido, conoció puertos y nuevas islas, incluso fue parte de una tripulación de un barco pirata, consiguió tesoros y mujeres, además compro un nuevo barco con el cual regreso a la isla, entre otras muchas aventuras, las cuales no recuerdo con exactitud ya que esta historia paso hace ya mucho tiempo.

Eran altas horas de la noche y todos seguían aún en la taberna “El Calamar Azul”, prestando atención a la historia de Marco, invitando rondas de cerveza y ron, incluso a los alrededores de la taberna, se podían escuchar las fuertes risas de los viejos lobos de mar, la emoción con la que Marco relataba su historia, y el chocar de los tarros repletos de cerveza, aquella noche le siguieron hasta el amanecer.




Cuando José, el cantinero y dueño de la taberna “El Calamar Azul” estaba cerrando la puerta para irse a descansar, aún seguía asombrado de la historia de Marco, cuando cerro con llave la puerta de la taberna, miro al puerto, veía la silueta de Marco dirigiéndose al puerto, muy seguramente zarparía en su nuevo barco, en busca de nuevas aventuras, y tal vez, si tenía suerte, de nuevas tormentas para tomar revancha.

Mientras la silueta de Marco se hacía más y más pequeña hasta desaparecer, José se detuvo a pensar, después de un rato, vio como un barco se dirigía al horizonte, una corazonada le dijo que era el barco de Marco.



“La desdicha, la adversidad, el desamor, la traición y la vida misma son como tormentas en medio del mar y sobrevivir a las tormentas, son el orgullo y las anécdotas de los marineros”. Pensó José camino a casa.