Era una tarde grisácea y fría, como esas que nos acostumbra el Otoño, sobre la mesa puse mis problemas, los mire por un par de segundos, y sabía que algo faltaba. ¡Ah sí! ¿cómo no? Fui a la licuadora y uno a uno metí las posibles soluciones para todos y cada uno de los problemas que asechan mi existencia, oprimí el botón de encendido y espere 20 segundos, y vacíe el contenido azuloso en un vaso gigante.
Ahí estaba mi licuado de “soluciones y respuestas”, lo bebí todo de un trago, y como siempre, tenía mal sabor, por que de “solución y de respuesta” no tenia absolutamente nada, me enfade y me decidí salir a caminar, si, salir a caminar como si de tanto caminar me fuesen a llegar las soluciones a mis problemas, aún así abrí la puerta y comencé mi recorrido, creyendo tal vez que cada paso que fuera a dar sería como una respuesta caída del cielo.
Apenas llevaría media cuadra desde que comencé a caminar cuando me di cuenta que realmente no estaba meditando mis problemas, por alguna extraña razón mi sentido de la observación se encontraba muchísimo más afinado que en otras ocasiones, así que deje que él fuera el que controlara el destino de mi caminata.
Así que seguí, prestando atención a todo, observando, escuchando...
En la esquina un hombre muy trajeado y con una corbata muy roja caminaba apresuradamente con un racimo de tulipanes amarillos amarrados por papel transparente y un enorme moño rojo, talvez por fin se atrevería a declararle su amor a Cecilia, su compañera de trabajo y oficina, a la cual el amaba desde hace ya 3 años.
“Definitivamente tengo que apurarme y darle estas flores a Cecilia, le diré que la amo, la abrazare y la besare, no me importa lo que pase, y tampoco me importa si todos en la oficina se burlan de mi...”
Seguí avanzando, cruce la avenida y recargado en un teléfono público, se encontraba un vagabundo, agobiado por su mala fortuna y su pobreza, era cuestión de tiempo para que asaltara a alguien.
“Chingada madre, llevo 3 días sin comer, y ya estoy hasta la madre, al primer chico rico que vea pasando por aquí lo voy a pescar a chingazos y le voy a bajar toda la lana y hasta su pinche celular...”
Pase por un pequeño parquecillo, en el se encontraban dos señoras, las dos hablaban de sus problemas con sus maridos, la Sra. María recordaba lo muy violento y borracho que es su esposo, sus oídos aún retumbaban solo con recordar los golpes que recibió ayer por la noche.
“Y yo ya no se que hacer con él, cada día llega más borracho y más violento, cada vez me golpea más seguido, hasta parece que en una de esas me va a matar de tantos golpes...”
Mis pasos siguieron su camino indefinido, me acercaba a la iglesia de Fátima, una camioneta azul se estaciono y una viejecilla bajo de ella. Ella estaba convencida, iba a rezar un rosario completo a la virgen de Fátima para que le hiciera el milagro, el milagro de que su primogénito pudiera salir del estado de coma.
“Por favor virgencita sálvame a mi Luisito, es tan joven aún, y tú bien sabes que el siempre fue tan buena persona, nunca le hizo nada a nadie, por favor sálvalo, hazlo cuando menos por sus hijos...”
Caminé otro par de cuadras, afuera de una casa estaba estacionado uno de esos autos lujosos de color plateado, recargados en la cajuela estaba una pareja, él de 22 y ella de 17, ella llevaba ya 3 meses de embarazo, y la única solución que se les ocurrió era abortar, y sino era así, él estaba decidido a dejarla sola, sin apoyo, pero sobre todo sin amor.
“Ya te dije que la única solución es abortar, ¡entiende!, y ya deja de llorar, ¡imagínate lo que dirían nuestros padres!, ¡yo no quiero ser papá!, yo conozco una clínica en donde...”
En el rostro de ella pude ver como 2 lágrimas brotaron de sus ojos verdes, casi pude escuchar el chasquido que hacía su vida mientras se desmoronaba.
4 casas adelante, en la cochera un par de niños pateaban un balón de fútbol, ellos soñaban con ser futbolistas, se imaginaban que los dos serian los delanteros de la selección mexicana en 10 o 15 años.
“¡Tiro!, ¡gooooooooooooooooooool de México!, ¡México es campeón del mundo!”
Sus gritos se alcanzaban a escuchar hasta la otra cuadra.
Gire a la izquierda y luego a la derecha, me tope con un parque mucho más grande que el anterior, en el parque un señor salía a caminar con su pequeña hija, él sabía que habría un recorte de personal en la empresa y que muy probablemente perdería su empleo.
“¿Y si me despiden?, tendría que sacar a los niños del colegio, ¿y la casa?, ya no me alcanzaría para pagar el crédito hipotecario al banco, ¿cómo le voy a hacer?...”
Continué mi caminata, una madre de familia llegaba a casa, estaciono el auto y abrió la cochera y mientras bajaba las bolsas del supermercado se preguntaba si su esposo algún día se llegaría a enterar que ella lo engañaba.
“Espero nunca, nunca se entere que me acuesto con Julio, no, ¡claro que no!, eso no tiene por que pasar, ya que es un secreto que tengo muy bien guardadito...”.
La muy estúpida de la señora no sabia que su queridísimo Julio le había robado las tarjetas de crédito, y que se estaba dando una muy buena dotación de pantallas de plasma y que además su esposo la iba a descubrir dentro de 2 días.
Me preparaba para regresar a casa, en una esquina se encontraban 3 amigos, ellos tenían el peculiar habito de juntarse todos los Martes, Jueves, Viernes y Sábados a escuchar Pink Floyd toda la noche e ingerir ácido, era obvio que eran adictos y que prácticamente ya estaban acabados.
“Ya tenemos que dejar esta mierda, lo de la hierba era tolerable, pero esto ya es demasiado, tenemos que dejarlo, siento que me muero...”
Un par de carcajadas estallaron después del comentario, los 3 estaban demasiado drogados para entender realmente lo que decían, aunque en el fondo sabían que lo mas prudente era alejarse de sus viajes psicodélicos con LSD, David Gilmour, Roger Waters y compañía.
Casi llegando a mi casa, de regreso de mi caminata, un señor tenia una sonrisa de oreja a oreja, había ganado 4500 dólares apostando en juegos de la NFL y su mayor duda era saber en que gastarlos
“4500 dolares, ¡listos para gastarse!”.
El no sabía que cruzando la avenida, recargado en un teléfono público, un vagabundo lo asaltaría y le quitaría todos esos dólares y hasta su celular.
Cuando llégue a la puerta de mi casa, me di cuenta que, al igual como me fui regrese, sin ni una respuesta a mis problemas, casi sentí que desperdicie un par de horas.
Pero, cerré mis ojos y recordé, recordé a las personas que vi mientras caminaba, muchos de ellos tenían problemas, algunos grandes, algunos pequeños, pero a final de cuentas, no importaba que tipo de problema fuera, el problema ahí estaba para ellos, en su mente, esos problemas eran obstáculos gigantescos en su vida, esos problemas desmembraban las alas de la libertad de su existencia.
La clave de vivir, es sin duda, comprender que los problemas ahí están, y por más grandes que parezcan, siempre habrá alguien con problemas más grandes que nosotros, pero, aún así, no tiene caso detenernos demasiado pensando en como solucionar las cosas, por que la vida no nos da esa oportunidad de detenernos para decidir, por que no importa los problemas que tengamos, la vida sigue tan indiferente de lo que nos pasa, y nosotros tenemos que darnos a la tarea de seguir en plan indiferente de lo que nos hace la vida, por que para la vida nuestras historias y nuestros problemas no son tan importantes, o al menos ninguna ha sido lo suficiente importante como para detenerse a escucharla, por que si se fijan, la vida nunca se ha detenido a escuchar con atención los problemas de nadie, y ni si quiera se ve la intención de que algún día sea capaz de hacerlo, tal vez nunca le dijeron lo que es la empatía.
Ahí estaba mi licuado de “soluciones y respuestas”, lo bebí todo de un trago, y como siempre, tenía mal sabor, por que de “solución y de respuesta” no tenia absolutamente nada, me enfade y me decidí salir a caminar, si, salir a caminar como si de tanto caminar me fuesen a llegar las soluciones a mis problemas, aún así abrí la puerta y comencé mi recorrido, creyendo tal vez que cada paso que fuera a dar sería como una respuesta caída del cielo.
Apenas llevaría media cuadra desde que comencé a caminar cuando me di cuenta que realmente no estaba meditando mis problemas, por alguna extraña razón mi sentido de la observación se encontraba muchísimo más afinado que en otras ocasiones, así que deje que él fuera el que controlara el destino de mi caminata.
Así que seguí, prestando atención a todo, observando, escuchando...
En la esquina un hombre muy trajeado y con una corbata muy roja caminaba apresuradamente con un racimo de tulipanes amarillos amarrados por papel transparente y un enorme moño rojo, talvez por fin se atrevería a declararle su amor a Cecilia, su compañera de trabajo y oficina, a la cual el amaba desde hace ya 3 años.
“Definitivamente tengo que apurarme y darle estas flores a Cecilia, le diré que la amo, la abrazare y la besare, no me importa lo que pase, y tampoco me importa si todos en la oficina se burlan de mi...”
Seguí avanzando, cruce la avenida y recargado en un teléfono público, se encontraba un vagabundo, agobiado por su mala fortuna y su pobreza, era cuestión de tiempo para que asaltara a alguien.
“Chingada madre, llevo 3 días sin comer, y ya estoy hasta la madre, al primer chico rico que vea pasando por aquí lo voy a pescar a chingazos y le voy a bajar toda la lana y hasta su pinche celular...”
Pase por un pequeño parquecillo, en el se encontraban dos señoras, las dos hablaban de sus problemas con sus maridos, la Sra. María recordaba lo muy violento y borracho que es su esposo, sus oídos aún retumbaban solo con recordar los golpes que recibió ayer por la noche.
“Y yo ya no se que hacer con él, cada día llega más borracho y más violento, cada vez me golpea más seguido, hasta parece que en una de esas me va a matar de tantos golpes...”
Mis pasos siguieron su camino indefinido, me acercaba a la iglesia de Fátima, una camioneta azul se estaciono y una viejecilla bajo de ella. Ella estaba convencida, iba a rezar un rosario completo a la virgen de Fátima para que le hiciera el milagro, el milagro de que su primogénito pudiera salir del estado de coma.
“Por favor virgencita sálvame a mi Luisito, es tan joven aún, y tú bien sabes que el siempre fue tan buena persona, nunca le hizo nada a nadie, por favor sálvalo, hazlo cuando menos por sus hijos...”
Caminé otro par de cuadras, afuera de una casa estaba estacionado uno de esos autos lujosos de color plateado, recargados en la cajuela estaba una pareja, él de 22 y ella de 17, ella llevaba ya 3 meses de embarazo, y la única solución que se les ocurrió era abortar, y sino era así, él estaba decidido a dejarla sola, sin apoyo, pero sobre todo sin amor.
“Ya te dije que la única solución es abortar, ¡entiende!, y ya deja de llorar, ¡imagínate lo que dirían nuestros padres!, ¡yo no quiero ser papá!, yo conozco una clínica en donde...”
En el rostro de ella pude ver como 2 lágrimas brotaron de sus ojos verdes, casi pude escuchar el chasquido que hacía su vida mientras se desmoronaba.
4 casas adelante, en la cochera un par de niños pateaban un balón de fútbol, ellos soñaban con ser futbolistas, se imaginaban que los dos serian los delanteros de la selección mexicana en 10 o 15 años.
“¡Tiro!, ¡gooooooooooooooooooool de México!, ¡México es campeón del mundo!”
Sus gritos se alcanzaban a escuchar hasta la otra cuadra.
Gire a la izquierda y luego a la derecha, me tope con un parque mucho más grande que el anterior, en el parque un señor salía a caminar con su pequeña hija, él sabía que habría un recorte de personal en la empresa y que muy probablemente perdería su empleo.
“¿Y si me despiden?, tendría que sacar a los niños del colegio, ¿y la casa?, ya no me alcanzaría para pagar el crédito hipotecario al banco, ¿cómo le voy a hacer?...”
Continué mi caminata, una madre de familia llegaba a casa, estaciono el auto y abrió la cochera y mientras bajaba las bolsas del supermercado se preguntaba si su esposo algún día se llegaría a enterar que ella lo engañaba.
“Espero nunca, nunca se entere que me acuesto con Julio, no, ¡claro que no!, eso no tiene por que pasar, ya que es un secreto que tengo muy bien guardadito...”.
La muy estúpida de la señora no sabia que su queridísimo Julio le había robado las tarjetas de crédito, y que se estaba dando una muy buena dotación de pantallas de plasma y que además su esposo la iba a descubrir dentro de 2 días.
Me preparaba para regresar a casa, en una esquina se encontraban 3 amigos, ellos tenían el peculiar habito de juntarse todos los Martes, Jueves, Viernes y Sábados a escuchar Pink Floyd toda la noche e ingerir ácido, era obvio que eran adictos y que prácticamente ya estaban acabados.
“Ya tenemos que dejar esta mierda, lo de la hierba era tolerable, pero esto ya es demasiado, tenemos que dejarlo, siento que me muero...”
Un par de carcajadas estallaron después del comentario, los 3 estaban demasiado drogados para entender realmente lo que decían, aunque en el fondo sabían que lo mas prudente era alejarse de sus viajes psicodélicos con LSD, David Gilmour, Roger Waters y compañía.
Casi llegando a mi casa, de regreso de mi caminata, un señor tenia una sonrisa de oreja a oreja, había ganado 4500 dólares apostando en juegos de la NFL y su mayor duda era saber en que gastarlos
“4500 dolares, ¡listos para gastarse!”.
El no sabía que cruzando la avenida, recargado en un teléfono público, un vagabundo lo asaltaría y le quitaría todos esos dólares y hasta su celular.
Cuando llégue a la puerta de mi casa, me di cuenta que, al igual como me fui regrese, sin ni una respuesta a mis problemas, casi sentí que desperdicie un par de horas.
Pero, cerré mis ojos y recordé, recordé a las personas que vi mientras caminaba, muchos de ellos tenían problemas, algunos grandes, algunos pequeños, pero a final de cuentas, no importaba que tipo de problema fuera, el problema ahí estaba para ellos, en su mente, esos problemas eran obstáculos gigantescos en su vida, esos problemas desmembraban las alas de la libertad de su existencia.
La clave de vivir, es sin duda, comprender que los problemas ahí están, y por más grandes que parezcan, siempre habrá alguien con problemas más grandes que nosotros, pero, aún así, no tiene caso detenernos demasiado pensando en como solucionar las cosas, por que la vida no nos da esa oportunidad de detenernos para decidir, por que no importa los problemas que tengamos, la vida sigue tan indiferente de lo que nos pasa, y nosotros tenemos que darnos a la tarea de seguir en plan indiferente de lo que nos hace la vida, por que para la vida nuestras historias y nuestros problemas no son tan importantes, o al menos ninguna ha sido lo suficiente importante como para detenerse a escucharla, por que si se fijan, la vida nunca se ha detenido a escuchar con atención los problemas de nadie, y ni si quiera se ve la intención de que algún día sea capaz de hacerlo, tal vez nunca le dijeron lo que es la empatía.